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Sin salud mental no hay cuidados que valgan

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La salud mental no es solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, sino un estado de completo bienestar físico, psíquico y social.

© David Brunetti /Doctors of the World UK

Madrid, 9 de octubre de 2020.- A veces es tan fácil como un simple "¿cómo estás, cómo te sientes?". En los últimos meses, en los que intentamos seguir haciendo nuestras vidas en medio de una pandemia mundial, todas las personas nos hemos tambaleado en uno u otro momento, todas hemos visto afectada nuestra salud mental. La salud mental no es solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, sino un estado de completo bienestar físico, psíquico y social.

Pero ¿es realmente fácil?, ¿tenemos los recursos humanos y económicos suficientes para dar la importancia que se merece a la salud mental? La respuesta es no. Hace falta un mayor acceso y una mayor inversión en servicios de salud mental, en España y en el resto del mundo, como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS) este año por el Día Internacional de la Salud Mental, que se celebra mañana, 10 de octubre.

La salud mental de nuestr@s sanitari@s está en peligro  

Nuestros cuidadores también necesitan cuidados, su salud mental es la salud de todas y todos. Con esta pandemia les hemos puesto el disfraz de superhéroes para camuflar su agotamiento e incertidumbre y la fragilidad de una gestión política y sanitaria que les exigía dar más de lo que se puede dar con los pies descalzos.

“Los profesionales estamos afectados por la sobrecarga asistencial. No podemos hacer nuestro trabajo como nos gustaría. Además, por teléfono no puedes valorar a los pacientes igual, te genera mucha incertidumbre”, explica Teresa G. de Herreros, médica de familia y voluntaria de Médicos del Mundo.

Según la comunidad autónoma, las consejerías de salud han puesto o no a disposición del personal sanitario servicios de salud mental. En España hay contextos muy complejos como el de Canarias, donde a la presión asistencial y la covid-19, se suma el impacto emocional de la llegada de inmigrantes en cayucos.

Genera estrés emocional no poder atenderlos en lugares con unas mínimas garantías. Hay personas que llegan en muy malas condiciones y el equipo vuelve derrotado

Así lo explica Pino González, coordinadora de la intervención domiciliaria y de centros de toma de muestras en Gran Canaria y también voluntaria de Médicos del Mundo.

Y es que las sanitarias y sanitarios llevan a sus espaldas su incertidumbre y la de sus pacientes. “En las consultas, aunque no acudan por ese motivo, en cuanto exploras un poco en la situación del paciente ves que la covid ha deteriorado su salud mental por muchos motivos. Por ejemplo, la población mayor lleva mucho tiempo sin salir, con miedo y sin relacionarse con su familia, y eso les pasa factura en su proceso cognitivo. No tienen estímulos y puede verse un deterioro”, añade Teresa G. de Herreros.

“A veces, cuando vamos a alguna casa para pasar consulta nos encontramos con que la persona no está porque ha ido al banco de alimentos a pedir comida”, alerta Pino González. Por la covid o por la situación derivada de ella, nuestra salud mental se está viendo seriamente afectada y es necesario rescatarla, apostar por ella y poder cuidar dignamente de todas las personas, tanto sanitarios como el resto de la población.

La salud mental sí importa y precisa más recursos

Solo dos cifras: según la OMS una persona se suicida cada 40 segundos y cerca de 1000 millones de personas viven con un trastorno mental. A este escenario sumamos ahora las repercusiones adicionales que para miles de millones de personas de todo el mundo está teniendo la covid-19</strong>; personas que han vivido con ansiedad el confinamiento, el no poder abrazar a sus mayores y tener que guardar una distancia inentendible para nuestra cultura; personas que no han acompañado en sus últimos días a un ser querido y/o han visto su cadáver almacenado por la saturación de los tanatorios; personas que han perdido sus trabajos, sus viviendas y que no han visto más salida que vivir en la calle o ser explotadas sexualmente. Ahora que estas historias no nos quedan tan lejos, que las tenemos en casa o a la vuelta de la esquina ¿no es obvio que la salud mental es una prioridad en nuestro Sistema Nacional de Salud?  

Según la OMS, los países gastan en promedio solo el 2% de sus presupuestos sanitarios en salud mental. El informe Headway 2020 señala que España cuenta con cinco psiquiatras y menos de diez enfermeros especializados en salud mental por cada 100.000 habitantes. La respuesta se ve obstaculizada por una falta crónica de inversión en la promoción, prevención y atención de la salud mental durante muchos años antes de la pandemia. Médicos del Mundo cree prioritario una mayor inversión y un mayor acceso a servicios de salud mental y exige más recursos económicos y humanos para dar una respuesta de calidad.

 ¿Qué hace Médicos del Mundo en salud mental?  

En Médicos del Mundo hemos entendido que es una prioridad incorporar servicios de salud mental a todos nuestros programas e intervenciones, tanto en España como en el resto del mundo. Por ello se han puesto en marcha servicios de atención remota psicológica para las personas vulnerables con las que trabajamos, como mujeres en situación de prostitución, inmigrantes o personas sin hogar.

En nuestros proyectos internacionales hemos puesto en marcha acciones de apoyo psicosocial para personal en primera línea (desde personal sanitario a administración y mantenimiento, etc.), así como integrado los cuidados psicosociales en el tratamiento de las personas con la covid-19 y el apoyo a sus familiares. También hemos trabajado para combatir el estigma social que acompaña a este nuevo virus, haciendo campañas a nivel comunitario.

Ya antes de esta pandemia Médicos de Mundo trabajaba en salud mental y apoyo psicosocial  en las respuestas de intervención humanitaria y de emergencias</strong>; como en la epidemia de ébola en República Democrática del Congo; con personas refugiadas congolesas en Angola; población desplazada y que sufre un conflicto continuado en Sudan del Sur; personas mayores en la línea de conflicto en el este de Ucrania y población migrante retornada en Honduras, así como la población palestina en Cisjordania y Gaza.