Huir X Cuidar: gracias a nuestro personal ucraniano
© Olmo Calvo / Médicos del Mundo
24 de febrero de 2022. Esta fecha ha quedado grabada a fuego en el corazón de millones de personas y ha supuesto un antes y un después en sus vidas. Con el estallido del conflicto, comenzaba el mayor éxodo en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, millones de personas abandonaban sus hogares en busca de un lugar seguro dentro o fuera de las fronteras de su país.
Nuestro equipo -compuesto en su mayoría por ucranianos- también tuvo que hacer las maletas de forma apresurada para dejar atrás sus vidas en Kiev y el Dombás, donde Médicos del Mundo trabaja desde 2015, y trasladarse al oeste junto a sus familias. Cerca de las personas y desde nuestra oficina, no han dejado de luchar para asegurar el derecho a la salud de sus vecinos y vecinas, para llevar a cada zona del país afectada medicamentos y servicios de salud básicos. En un contexto de conflicto armado, nuestros compañeros y compañeras nos regalan su parte más humana y solidaria. Y no podemos estar más orgullosas de ellas y ellos. Estas son algunas de sus historias.
Kateryna Kytniukh, técnica de Recursos Humanos
En cuanto estalló el conflicto nuestra principal prioridad fue poner a nuestro equipo a salvo. Trasladamos nuestra oficina a una ciudad más segura, Chernovtsi, situada en el oeste de Ucrania, desde la cual coordinamos el traslado y alojamiento de nuestros compañeros y compañeras y sus familias.
“Lo más valioso que conseguimos llevarnos de Severodonetsk somos nosotros y nuestros seres queridos: mi familia, mis hijos, mi marido… Y lo más valioso que dejamos allí son mi madre y mi hermano”, explica Kateryna.
Su primera parada fue Dnipro: “allí conseguimos respirar, recuperar un poco el sentido común y darnos cuenta de que estábamos vivos”. A pesar de haber dejado atrás lo que ha construido durante toda su vida, se siente una mujer afortunada por dos razones: continúa trabajando y sus hijos no han tenido que vivir en primera persona el horror de las hostilidades. “De alguna manera su salud mental y su estado emocional están afectados, pero no tuvieron que ver ni oír los momentos más espeluznantes. Creo que sus sueños se han roto y sus planes se han arruinado… soñaban con estudiar en las universidades de Járkov y Kiev”.
Sin embargo, Kateryna no pierde la esperanza: “este sentimiento de que no hay futuro, es trágico. Pero entiendo que sí lo hay mientras estemos vivos. Se han podido destruir algunos de nuestros planes, pero lograremos crear otros con el tiempo”.
Vlasislav Kahal, apoyo a la coordinación en terreno
Él vivía en Járkov, esta ciudad está muy próxima a la frontera con Rusia y precisamente su barrio es el más cercano al límite ucraniano. “Fuimos bombardeados desde el primer momento. Cuando vi que la ofensiva se intensificaba comprendí que no tenía otra opción que sacar a mi madre de allí. Así que empaquetamos nuestras pertenencias y nos montamos en un coche para trasladarnos a un pueblo que está a 90 km de mi ciudad”.
Sin embargo, en la ciudad de acogida tuvo que hacer frente a otros problemas. “Todo el distrito se quedó sin electricidad y no había conexión móvil. Así que estábamos en el vacío total. Fue realmente difícil porque no sabes lo que está pasando en el mundo y no sabes qué hacer, simplemente te sientas y miras al frente. Fue horrible”.
Días más tarde decidió que ya era suficiente y que tenía que volver a Járkov. Tardó tres horas en recorrer esos 90 km debido a los controles del ejército ruso y a que tenía que esquivar puentes destruidos. “Afortunadamente, lo conseguimos, y por fin pude ponerme en contacto con mis compañeros y compañeras. Ahí me enteré de que la organización se había estado desplazando hacia el extremo occidental del país, en Chernovtsi, y que podía unirme a ellos”.
“Son los recuerdos más feos de esa época en la que no sabes nada, no sabes qué hacer, solo te quedas sentado y oyes las explosiones, sin saber si te despertarás por la mañana, y es horrible”.
Serhii Vinohradov, coordinadoren terreno
Nuestro compañero Serhii ya tenía experiencia en huir de conflictos. En 2014 tuvo que abandonar su ciudad natal, Donetsk, junto a su familia para dejar atrás las hostilidades del este de Ucrania. Se trasladó a Severodonetsk y, dos años más tarde, se unió al equipo de Médicos del Mundo. Hace dos meses tuvo que volver a emprender el rumbo a un lugar más seguro.
Esta dramática experiencia ha hecho de él un hombre más resiliente, por ello no duda en brindar todo su apoyo a sus compañeros y compañeras de Médicos del Mundo. “Realmente aprecio el apoyo que la organización nos está prestando en estos momentos difíciles y siento que es lo que hace que nuestro equilibrio funcione. Me refiero a que esta situación es más aceptable cuando sientes este soporte. Creo que trabajar duro, compartir tus emociones, intentar arropar a la gente que te rodea, sentir su apoyo y el de la organización es el mejor mecanismo de afrontamiento”.
Valeria Bozhenko, responsable comunicación e incidencia política
Sin duda, lo peor para nuestros compañeros y compañeras está siendo vivir con el sentimiento de culpabilidad
por las personas a las que han dejado atrás y la preocupación constante por su seguridad. “Cuando me fui de Kiev con mi hermano, creo que perdí algo muy importante. Perdí mi hogar. Y es una sensación terrible. Tengo la esperanza de que algún día no me sentiré más así, porque es demasiado duro. Y ahora estoy en un lugar seguro, estoy en una ciudad donde hay trabajo, algún restaurante al que puedes ir a comer, puedes ir al supermercado y comprar todo, lo que quieras. Y para mí es muy extraño. Es súper extraño darse cuenta de que hay algún lugar con vida normal, porque dentro de mí no es una vida normal”.
En Kiev dejó a sus padres que son médicos y quisieron permanecer allí para continuar salvando vidas. “Por un lado estoy orgullosa de ellos, pero por otro estoy súper enfadada porque corren un gran riesgo. Al mismo tiempo me siento culpable por no estar con ellos y por no poder hacer algo para que cambien de opinión”.
Un proverbio ucraniano dice que, en casa, hasta las paredes curan. Y Valeria está muy cerca de alcanzar este sentimiento. Tras dos meses desplazada en Chernovtsi liderando la comunicación con la sede en España y la estrategia de incidencia política en Ucrania ha vuelto a Kiev, su ciudad natal, a reencontrarse con sus padres y sus amigos.
Estas son solo cinco historias que ejemplifican el tremendo coraje y dedicación del casi centenar de trabajadores y trabajadoras de Médicos del Mundo ucranianos que huyeron de sus hogares para seguir cuidando. A pesar de sus circunstancias personales, están proporcionando a la población desplazada servicios de salud básicos y de salud mental y apoyo psicosocial . Han puesto en marcha una línea telefónica de primera ayuda psicológica y, desde que comenzó la emergencia, han conseguido llevar medicamentos y suministros médicos a más de una veintena de hospitales y centros de salud. Con este humilde homenaje queremos mostrar nuestro agradecimiento y poner en valor su trabajo y entrega. Дякую партнерам (gracias, compañeros)